viernes, 29 de septiembre de 2017

Porque es posible anillar sin sufrir! Una jornada anillando con niños y mayores en Egillor.

Cuando para montar las redes tienes que cargar cuesta arriba campo a través, durante media hora o más y cuando aún falta una hora para que amanezca, con 24 metros de tubos metálicos de 8 centrímetros de diámetro y el resto de redes, vientos y herramientas de medida, el anillamiento no se presenta precisamente como una actividad gratificante.
Si a esto añades que las probabilidades de no capturar ningún ejemplar son muy altas, dado que la especie en concreto vive en hayedos maduros con árboles de más de 20 metros de altura, que se mueve por las copas y que apenas hace caso a los reclamos sonoros o visuales, hay que ser algo tozudo para no mandarlo todo a paseo y darte por vencido.
Esa fué más o menos la toma de contacto con el anillamiento del amigo David Campión durante la pasada primavera!
Es verdad que cuando por fin  la suerte te sonríe y consigues marcar el primer ejemplar de pico Dorsiblanco / White-backed woodpecker (Dendrocopos leucotos lilfordi) de la península ibérica, y luego el segundo, y el tercero, y el cuarto, y el quinto y el sexto...se te olvidan todas las penurias que has pasado hasta entonces, pero me parecía imprescindible que el pobre David conociese también ese otro anillamiento amable, de especies agradecidas, abundantes y fáciles de manejar. 

Los hermanos Tonetti con el sexto dorsiblanco
Por eso cuando me comentó la posibilidad de montar una jornada de anillamiento con niños en su pueblo, no hubo duda alguna y fijamos fecha y emplazamiento.
Faltaba aún una hora para la salida del sol cuando ya teníamos las redes montadas entre unas matas de zarza y rosa canina cerca de la ermita de Santa Engracia de Egillor.

 
Redes listas a punto de amanecer
 Tras echar el primer café y un trozo de torta de txantxigorri en la Sociedad dímos la primer vuelta a las redes con tan sólo un Petirrojo / Robin (Erithacus rubecula) capturado. Llevaban poco rato abiertas y aún no era la hora buena, pero yo notaba que David aún no estaba convencido de que realmente fueramos a anillar la veintena de pájaros que yo le había prometido. Poco a poco fué llegando más gente a la ermita y nos dirigimos de nuevo a las redes, a ver si en esta segunda vuelta la cosa tenía algo más de colorido.
Y como no podía ser de otra manera en ese punto y en estas fechas, ahí teníamos un buen porrón de currucas Capirotadas! Qué bicho más agradecido y más bueno para anillar con niños!
 
Curruca capirotada y algunos participantes en la jornada
 Esto ya se parecía más a lo que yo le contaba a David que era “ir a anillar” mientras pasabamos las horas quietos en el hayedo viendo como los dorsiblancos nos pasaban por encima de la red!
 Con unos secretarios número uno apuntando las medidas y los zagales liberando las aves anilladas se nos pasó el rato rápidamente y tuvimos que ir a la segunda vuelta.

Una ayudante de Egillor liberando currucas
En esta segunda remesa los protagonistas fueron los páridos, con una familia de Herrerillos / Blue tit (Cyanistes caeruleus) y otra de Carboneros / Great tit (Parus major), que tras hacerme la manicura, deleitaron a niños y mayores.

Disfrutando de la manicura de un herrerillo sin presión
Y ya con la tarea hecha, recogimos los bártulos y nos aplicamos con ganas al jamón, el queso y el vino, que para todo tiene que haber tiempo!

Resumiendo, que disfrutamos de una mañana soleada, super a gusto con una gente bien maja, un número manejable de pájaros pero suficiente como para que todos lo niños pudiesen liberar alguno y de paso demostrándole a David que se puede anillar sin sufrir!

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