Cuando en 2007 comenzamos a monitorizar la evolución de las poblaciones de topillos como parte del encargo del departamento de Agricultura a GAN-NIK, me pareció que era una pena no aprovechar esa recogida de egagrópilas para monitorizar el resto de especies de micromamíferos que consumían las lechuzas, y decidí invertir parte de mi tiempo libre en clasificar y cuantificar esos otros restos óseos.
Responsable del comienzo del trabajo |
Cuando unos años más tarde, y dentro de este mismo encargo, comenzamos con la instalación de nidales para cernícalos vulgares / Common Kestrel (Falco tinnunculus) y lechuzas blancas / Barn Owls (Tyto alba), vi que era una oportunidad estupenda para, aprovechando las egagrópilas retiradas durante el trabajo de limpieza de los nidales, añadir los cernícalos al estudio. Acostumbrado a las egas de las lechuzas, que tenían siempre algún cráneo, al principio me desesperé un poco con las de los cernícalos, ya que estos bandidos suelen despedazar a sus presas y la presencia de cráneos es mucho menos frecuente, por lo que los dejé de lado y me centré de nuevo en las lechuzas.
El bandido decapitador |
Y así seguí varios años hasta que comentando un día con Esther posibles actividades para que ella realizara con sus alumnos biología, se nos ocurrió que podrían analizar las egagrópilas de cernícalo que yo desechaba y que, aunque fueran menos “rentables” para mí, eran perfectamente útiles para que los chavales tomasen contacto con el diseño científico. Nos pusimos a la obra y ella con sus alumnos procesaron un buen montón de egagrópilas de cernícalo cuya composición de presas comparamos con la detectada por mí en las egas de lechuza. El resultado fue muy chulo, quedando claro que ambas especies consumían una proporción similar de topillos y ratones, pero que los cernis comían más pájaros y las lechuzas más musarañas. Viendo esto, decidimos darle una vuelta de tuerca y plantear un muestreo más fino, seleccionando 25 nidos de cernícalo ubicados a menos de 100 m de otros tantos nidos de lechuza, de manera que la disponibilidad de presas fuera la misma para ambas especies y pudiéramos así comparar correctamente la selección que pudieran estar haciendo el cerni y la lechu.
Hembra de cernícalo en uno de los nidales incluidos en el trabajo |
Nidal de lechuza instalado en otra pared del mismo corral en el que estaba el de cernícalo de la foto anterior |
Además, aunque los alumnos de Esther habían hecho un trabajo muy bueno, pensamos que merecía la pena que esta vez el procesado de las egagrópilas lo hiciese una persona más cualificada, por lo que las fui guardando congeladas hasta encontrar a la persona adecuada que pudiese dedicar el tiempo necesario. Y tras 3 años guardando egagrópilas, vino de prácticas al centro de recuperación de Ilundain Ane Montoya, una estudiante de último año de veterinaria con muchas ganas de hacer cosas, y que accedió encantada a utilizar este material para su Trabajo Fin de Grado. Se puso manos a la obra y consiguió una muy buena nota en su TFG donde confirmaba las diferencias en la dieta de ambas rapaces y discutía el diferente efecto que puede tener sobre el resto de presas para la agricultura, la instalación de nidales para una u otra rapaz.
Con esto habría sido suficiente, pero como soy un liante profesional, conseguí engañar a Xabi Cabodevilla y Juanto Fargallo para sacarle más jugo a los datos y, fruto de esta colaboración, acabamos de publicar un artículo en la European Journal of Wildlife Research (Montoya et al., 2021), que está disponible on line en el siguiente enlace:
Y qué bien sienta comprobar cómo, si tienen amigos finos y un poco de morro, se puede hacer ciencia sin grandes presupuestos!
Montoya, A., Cabodevilla, X., Fargallo, J.A. et al. Vertebrate diet of the common kestrel (Falco tinnunculus) and barn owl (Tyto alba) in rain-fed crops: implications to the pest control programs. Eur J Wildl Res 67, 79 (2021). https://doi.org/10.1007/s10344-021-01515-0