A las orillas del Arga entre Mendigorría y Puente la Reina hay varias plantaciones de chopos en distinto grado de desarrollo que, junto a la pequeña franja de soto, mantienen una buena comunidad de fauna. Las choperas son especialmente atractivas para los carpinteros, que encuentran en los árboles muertos o más debilitados de la plantación, las condiciones perfectas para escavar su nido. En estas choperas en concreto, se reproducen cada año varias parejas de picapinos / Great Spotted Woodpecker (Dendrocopos major), pico menor / Lesser Spotted Woodpecker (Dryobates minor), pito real ibérico / Iberian Green Woodpecker (Picus sharpei) y torcecuello / Eurasian wryneck (Jynx torquilla) que, al caerme de camino entre mi casa y el trabajo, suelo controlar casi todas las primaveras.
A mediados del mes de abril, hice la visita de rigor a una chopera
en la que en 2020 criaron una pareja de picos menores y otra de pito real
ibérico y me llevé un buen disgusto al comprobar como justo la estaban
empezando a cortar. A los menores no los detecté, pero los reales seguían en la
zona y con un nido aparentemente nuevo.
Nido de pico menor de 2020 justo en el límite con los árboles ya talados |
La mitad de la chopera ya cortada |
Nido antiguo de pito real ibérico |
A pesar de estas buenas intenciones, no creo
yo que termine bien la cosa para los carpinteros este año, pero bueno, hay que
entender que las choperas no son un bosque sino un cultivo y que, a diferencia
de por ejemplo un campo de maíz, estas plantaciones permiten que durante unos
cuantos años, nuestros raquíticos sotos parezcan mayores y resulten más aptos
para algunas especies que, de no ser por las choperas, tal vez no podrían
desarrollarse en estos lugares. Unos años trampa, pero otros muchos
oportunidad.
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