sábado, 25 de enero de 2020

Unos días en la tierra del Lince Ibérico / Some days in the Iberian Lynx Land


A pesar de que durante la tesis me tocó pasar bastante tiempo por tierras linceras, nunca había tenido la suerte de observar a este emblema peninsular en libertad. Es cierto que por aquel entonces, había muchos menos Linces (menos de 200 en libertad según los censos oficiales) y también menos personas que fuesen a tratar de observarlo, con lo bueno y malo que eso tiene. Desde entonces hasta ahora, la situación de este felino ha mejorado notablemente en gran medida gracias a las acciones del proyecto LIFE+ IBERLINCE (http://www.iberlince.eu/index.php/esp/).

Mi primer y único Lince!

Hábitat ocupado por el Lince en Andujar. Al fondo la Virgen de la Cabeza.

En estos años se ha superado con holgura la cifra de 600 linces en libertad repatidos entre Doñana/Aljarafe, Andújar/Cardeña, los valles del río Guadalmellato y el río Guarrizas en Analucía, el Parque Natural Vale do Guadiana en Portugal, el valle del río Matachel en Extremadura y Sierra Morena Oriental  y Montes de Toledo en Castilla-La Mancha. 
Pues bien, el caso es que este mes de enero los astros se han alineado y he podido escapar un fin de semana largo a Andujar con Sergio González y David Arranz a tratar de ver a nuestro Lince. En Andujar nos juntamos con Danieltxo, Borja, Gonzalo y otros conocidos que llevaban ahí ya varios días y que nos pusieron nerviosos con las observaciones que habían tenido los días anteriores mientras nos bajábamos una bortella de tinto Magnun en el Hostal los Pinos. El amanecer del viernes nos encontró ya en nuestro punto de vigilancia, bien cargados de ilusión, café, campurrianas, chorizo, cervezas, vino de Almudevar, queso, yatekomos…las esperas hay que sufirlas pero con estilo.

Tenemos una edad y hay que cuidarse incluso en el campo

Cuando había pasado poco más de una hora, Danieltxo nos avisa de que está viendo un lince y que está sentado, que nos acerquemos a donde está él para poder verlo. Con paso ligero y nervioso le obedecemos, pero cuando llegamos el bicho ya se ha marchado y no lo relocalizamos. Más nervios, pero bueno, aún queda tiempo. Volvemos a nuestra atalaya y disfrutamos de lo lindo con las Águila imperiales / Iberian Imperial Eagle (Aquila adalberti), los Buitres negros / Cinereus Vulture (Aegypius monachus) los Rabilargos / Iberian Magpie (Cyanopica cooki), los Gamos / Fallow deer (Dama dama), los Ciervos / Red deer (Cervus elaphus) y unos lejanos Muflones / Mouflon (Ovis musimon) especies que o bien no están o son muy difíciles de ver en Navarra.

Uno de los dos adultos de Imperial que nos sobrevolaron todo el día

Buitre negro; otro de los habituales en la zona

Los rabilargos ayudaron a localizar al Lince

Machos de Gamo pastando tranquilamente

Ídem los Ciervos

El Conejo de Monte, uno de los responsables de que al Lince le vaya bien


También nos tuvieron entretenidos un camión de Pitos verdes / Iberian Green Woodpecker (Picus sharpei), de Perdices / Red-legged partidges (Alectoris rufa) y de Palomas Torcaces / Wood Pigeon (Columba palumbus). La verdad es que el sitio merece la pena incluso sin el Lince y además hacía un tiempo buenísimo, pero bueno, habíamos ido a por el gato y coforme pasaban las horas nos empezábamos a poner morenos y nerviosos a partes iguales. Cuando ya llevavamos más de 10 horas de espera, de nuevo Danieltxo nos avisó para que fuéramos a su punto porque tenía otro Lince que se movia despacio a media ladera. Esta vez el paso ligero fue algo más que ligero y conseguimos llegar al lugar a tiempo para poder ver al bicho tumbado y perfectamente camuflado bajo unas pequeñas encinas. Yuju!

Aunque cueste verlo, en el centro hay un Lince tumbado


El resto de personas fueron acercándose al mismo lugar y las risillas nerviosas se fueron apoderando del momento. Tras unos minutos que se me antojaron horas, el Lince, que resultó ser un macho, se levantó y comenzó a moverse hacia nosotros, descendiendo poco a poco por una barranquera, parándose, marcando con orina cada poco tiempo. Probablemente no serían más de 20 minutos, pero fue un subidón totalmente tremendo.

Borja, Gonzalo y otros muchos pudieron disfrutarlo en primera fila

Y el amigo Lince se dejó querer

Lo habíamos conseguido, habíamos podido observar al famoso Lince y además a gusto y de cerca. Sorprende el poco miedo que muestra esta especie hacia el ser humano, al menos en este lugar, ya que se paseo entre un mar de cámaras y prismáticos sin que pareciera molestarle demasiado. Tal vez estos ejemplares ya se hayan acostumbrado al turismo lincero, o tal vez sean así de chuletas y se vean a si mismos como la punta de la pirámide. Sea por lo que sea, es una gozada poder vivir estas experiencias!

Tras la huellas del Lince. Menuda manaza!


No hay comentarios:

Publicar un comentario