martes, 13 de febrero de 2018

Cuando el grajo vuela bajo hace un frío del carajo. Pues cuando lo hace la lechuza ya ni te cuento!


En invierno hace frío y nieva. Esta realidad a veces se nos olvida, pero los -4ºC y los 9 días seguidos de viento y aguanieve de este principio de Febrero nos lo han recordado rápidamente. El pasado jueves la meteorología cambió ligeramente dejando de llover y parando el viento, por lo que me animé a montar las redes para lechuzas. A las 4:00 sonaba el despertador y a las 4:30 tenía montada la primera red en una esparraguera a 150 metros de un corral donde tengo una pareja monitorizada desde hace 3 años que se me resiste en invierno. Unos cientos de metros más lejos, monté la segunda de las redes, esta vez en un prado juncal pequeño pero muy aparente y a menos de 100 metros de otro corral donde también tengo un nidal de lechuzas ocupado y con la hembra y pollos anillados de la primavera de 2017.
Con el tinglado en marcha aparqué en un alto entre los dos puntos con las ventanillas bajadas y me dispuse a sacar el termo de café y las magdalenas. Al ir a buscar el desayuno  me encontré el asiento de atrás de la furgo vacío, por lo que supuse que lo habría dejado olvidado en el primer punto al sacar los reclamos, así que nada, tuve que ir a revisar aun cuando no había pasado todavía la media hora de rigor. Las luces del coche iluminaron la bolsa del desayuno en el camino como era de esperar, pero también a una lechuza blanca volando directa a la red! 26 minutos había tardado este macho en caer!


Lo saqué rápidamente, ya que apenas se había enredado, y me alejé a mi punto alto para procesarlo. Con el subidón que da ver entrar una lechuza a tu red no me hacía ya falta el café para despejarme! Además este territorio se me estaba resistiendo como digo, y a pesar de tenerlo muy cerca de casa, no había sido capaz de capturar ninguna lechuza en invierno. Demasiados posaderos alrededor probablemente. Por lo que la alegría fue doble. Este ejemplar no estaba anillado, pero como en esa caja no había conseguido capturar al macho en el periodo reproductor, no puedo descartar que no se tratase de uno de los miembros de la pareja que se reproduce en este corral. Hasta el momento nunca he capturado en invierno ningún ejemplar de los marcados en primavera, y eso que trato de montar siempre cerca de corrales en los que tenga marcados al menos a la hembra y a los pollos de la última primavera y que he capturado muchas lechuzas entre Octubre y Febrero. Parece que los territorios están ocupados todo el año por lechuzas, pero no por las mismas, unas en el periodo reproductor y otras diferentes en invierno. Confío en poder confirmar esta hipótesis algún día.
Bueno,  a lo que vamos, que cuando solté al macho procesado era ya hora de revisar la segunda de las redes, la del prado juncal. Con los faros del coche la red se veía vacía, pero parecía estar algo tensa la bolsa de abajo, como si se hubiese enredado con alguna mata o algo similar, así que me puse el frontal y me acerqué a desenredarla. Vaya sorpresa gorda cuando compruebo que no se trataba de un enredón, sino de una lechuza campestre! Los 40 cm de los juncos ocultaban al pájaro que, estaba claro, había entrado en vuelo rasísimo!
Qué bicho más elegante con esos ojos amarillo limón! Cuando me dirigía al coche me sonreía yo sólo al pensar en el dicho de “cuando el grajo vuela bajo hace un frío del carajo”, está claro que con las campestres pasa lo mismo -4ºC y la campestre a ras de suelo!



 Procesé esta belleza y continué hasta las 7:30, ya sin más capturas y con algún que otro problema para desmontar los palos metálicos de la red, que se habían quedado soldados por la congelación y que no había manera de recoger. Y directo a la oficina con los dedos congelados y riéndome yo solo con el refranito dichoso. Si es que somos más simples!


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